Entrevista a Miguel Aguerralde
1. Hay un punto en el que dejas de ser sólo lector para convertirte en escritor, ¿cómo fue esa decisión en tu caso, qué hizo que un buen día decidieses escribir tú las historias en lugar de leerlas?
Recuerdo que en un verano, después de terminar la universidad y mientras intentaba preparar en la biblioteca las oposiciones de Magisterio, como me aburría tanto, la vista empezaba a írseme hacia las estanterías que me rodeaban. Con la perspectiva de casi un año por delante para estudiar, me puse a leer novelas. Leí un montón, sobretodo de Stephen King. Cada una me apasionaba más y poco a poco se fue formando la idea en mi cabeza de inventarme algún cuento de terror por mi cuenta. Y como siempre había tenido facilidad para imaginar historias, me puse a ello.
2. A la hora de trabajar en una nueva novela, ¿cómo te gusta trabajar? ¿eres de los que deja que los personajes fluyan según escribes o prefieres tener todo planificado antes de empezar a escribir? ¿Escribes con música o sin ella? ¡cuéntanos tus manías!
Cada novela se escribe de una manera distinta. A veces entras en la piel de un personaje y él solo te lleva por donde inevitablemente lo haría de ser real. Otras veces quieres contar una historia concreta y esa historia elige a los personajes apropiados para explicarla. Nunca encorseto a mis personajes, ellos me ayudan a contar las historias, así que debo escucharlos.
Hay novelas que nacen por el final, aunque las cuentes desde el principio y lo interesante sea llegar a ese punto, pero lo más divertido es partir de un suceso, encontrar quien te ayude a contarlo y dejar que los personajes construyan la novela. Lo importante es aprender siempre algo de ellos.
La música para mí es fundamental como aislante. No la uso para escucharla sino para no escuchar nada más. Busco música instrumental, envolvente y en especial que me resulte cercana al ambiente en el que se mueve mi novela. No podría escribir Claro de Luna con la música de El Cascanueces, por ejemplo.
3. Miguel, leyendo tus libros, en los que la novela negra y el terror se dan la mano, podemos adivinar tu gusto por ambos géneros como lector. ¿Podrías decirnos tus autores de referencia? ¿Qué lecturas recomendarías a los lectores como imprescindibles?
Tal vez tengo una fijación inusual por llegar al centro de las cosas, es decir al núcleo o esencia misma de una historia. Me cuesta no ver en la mayor parte de los cuentos de terror el alma de una novela negra. Crímenes, misterio, alguien que muere, otro alguien que lo investiga. Lo hacía Hammet en La Maldición de los Dain y lo hace King en cualquiera de sus novelas. El terror es girar un punto más la tuerca de la novela negra, en algún sentido.
El espíritu investigador y aventurero de las primeras novelas de Pérez Reverte me estímulo muchísimo, y la sordidez de Clive Barker me dejó sin aliento. Pero si tuviera que quedarme con unos pocos: Stephen King, Richard Matheson o José Carlos Somoza en cuanto a lo oscuro, junto a Thomas Harris, John Kazenback o Patricia Cornwell en lo policiaco. Y creo que cada vez digo autores diferentes. En fin, ¡me encanta que me engatusen y me hagan pensar!
4. Además de darle a la tecla, también das charlas sobre cine y literatura. ¿Hasta qué punto ha influido tu afición al cine en tu forma de escribir?
Este punto a veces me ha supuesto un pequeño complejo a la hora de escribir, y es que en realidad, como resulta obvio, desconozco casi todo en literatura. He leído muchísimo pero menos y con menos variedad de la que debería. Mi forma de escribir, de concebir una novela es visualizarla. He crecido con el cine y la televisión, mucho más que con los libros. Cuando cuento una historia es porque estoy viéndola plano a plano en mi cabeza, lo cual no sé si es bueno o malo a la hora de transmitírsela a los demás.
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