Impresionante, no me cabe otra palabra. La sensación final es agradecer a los asistentes -algunos amigos, pero otros desconocidos que cambiarán de bando- por pasarse el jueves 14 de abril por la Casa de la Cultura de Yaiza, uno de los pueblos más bonitos de Lanzarote, para escucharme comentar durante algo menos de una hora cómo llega un dibujante de cómics a convertirse en escritor mientras aprende a dar clase en un colegio.
Lo más gratificante no es el poder recordar y compartir cómo surgió cada una de mis novelas -cómo el miedo y un fósil de recuerdo infantil me llevó a escribir Claro de Luna, cómo me ilusionó volcar en Noctámbulo todas mis pasiones literarias y cinematográficas y disfrazar mi vida personal con ellas, o cómo un sueño mitad pesadilla me despertó hace tanto tiempo con la trama de Los Ojos de Dios esperando ser escrita-, lo más emocionante es sentir el cariño y el interés de quienes escuchan, verles asentir, levantar la mano para hacer preguntas.
No me haré rico vendiendo libros, pero estos apenas dos años que llevo jugando a ser escritor me han enriquecido más que cualquier tipo de superventas. Gracias a todos por asistir y espero no defraudaros.
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