martes, 1 de diciembre de 2015

LABERINTO, de Miguel Aguerralde, comienza con buen pie su andadura.


Poner una novela en marcha es un proyecto difícil. Es difícil, es costoso y, si quiere uno hacerlo bien, al mismo tiempo resulta absorbente. Además de esfuerzo, tesón e inventiva, afrontar el reto de contar una historia de la mejor manera posible conlleva también una enorme dosis de tiempo. Tiempo que uno debe robar a su vida social, familiar y personal, de manera que un escritor que quiera alcanzar la excelencia necesita abstraerse de todo lo que no sean sus personajes, su contexto, su historia y todo lo que integra, rodea y adereza una narración, durante al menos un puñado de meses. 

En el caso de Laberinto, quizá todavía más, puesto que nunca fue una novela sencilla ni cayó de pie en un camino de rosas. 

Han pasado cerca de diez años desde que escribí -a mano y con boli negro en un cuaderno de cuadros, como reza el ritual- las primeras líneas de Laberinto, esas en las que Ángel asume sus carencias como inevitables y toma la determinación de emprender un viaje crucial. Una década desde que diseñé la primera versión de la trágica historia de Rafael Pelayo.

Algunos pasajes de Sleepy Hollow, de Batman Returns y muchas páginas de Lovecraft y Poe iluminaron la senda hasta la aldea de Laberinto, y en especial largas temporadas deambulando por el pueblo brumoso de Silent Hill. Pero una vez detenida la coctelera y tras revisar hasta la obsesión cada línea de diálogo, cada escena, los personajes han cobrado vida, las páginas vuelan, y la novela por fin está en las manos adecuadas: las de los lectores.



No son pocas las editoriales que en estos años han apostado por confiar en mi capacidad como cuentacuentos -más bien limitadita, creo yo-, y por eso lanzar al mercado una nueva novela, la que alcanza el número diez, no hace más que llenarme de responsabilidad, de ilusión y de esperanza. 

Quiero agradecer a Mercurio Editorial por recogerme tras los viajes a lomos de Ediciones Idea, 23 Escalones, Dolmen y Planeta, y asegurarles que pondré cuanto esté en mi mano para que Laberinto tenga la mejor trayectoria posible. 

De momento, tras Playa Blanca y Arrecife, se barrunta Las Palmas, Madrid y Tenerife. Lo demás, espero que mucho, está por llegar.

Y gracias a todos por seguir leyendo mis ocurrencias. Que disfrutéis.


PD: Esto no termina aquí. En 2016, más sorpresas.


1 comentario:

MRCastillo dijo...

La verdad es que tiene muy buena pinta el libro. A ver si me puedo hacer con un ejemplar en estas navidades. Saludos y buenas ventas!